lunes, 22 de agosto de 2011

MÍMAME.



Podrás mimarme en los sueños, en Marte o en la luna. En el lugar, que pactemos. Abrazarme con la distancia o tal vez, en la realidad. Me subiré, tan mágicamente, a la energía, que sobrevuela los adentros. Me dedicaré a erigir tu sonrisa. A detener tu mirada, que se engrandece cuando se choca con la mía. Cuídame. Que ya me dejaron un tanto vacía, rota, destrozada. Que lo demás fluya, con la tibieza de las almas que se encontraron.

Soy.


El miedo deja la sonrisa quieta, y los labios postergados. Me bloquea, las emociones, y quedo suspendida en este tiempo viejo.
Las dudas, que violan los recuerdos. Y mi corazón, que teme, como una niña asustadiza que camina por primera vez.
Todo lo que han sido. O tal vez, hicieron de mi, esto que resulta mezcla rara, de letras improvisadas, o palabras cargadas de luz, perdidas en la luna.
Soy  ésta que conocen o que se atreverán a conocer. Un alma sensible. Que se brinda, con el objetivo de permanecer, en la enormidad del corazón.

martes, 16 de agosto de 2011

Imaginación.







A veces, me pregunto, si la violencia es inherente al sujeto, un hobbie, o una costumbre. Si la maldad, viene acompañada de ese sello, con intencionalidad manifiesta de perjuicio asegurado.
Yo, vos, de sensibilidad a flor de piel, nos vemos agobiados, aniquilados e incluso sin refugio, frente al desamparo.
La mirada se apaga. El brillo adormece y la tristeza se arremete por los huecos que ya desgarraron.
¿Por qué no imaginar que el amor resulte el norte del mundo? Y se multiplique tiñendo de color lo negro.
¿Por qué seguir viaje en este tren conducido por la maldad y la violencia?
Mi convicción no lo permite. Irradio sólo bondad. Me separo del universo, cuando se pelea. Si finalmente, la esencia transparente, maquina anónimos sueños.
Intentaré, una vez más, salvaguardar al alma, convencida que su magia de sinceridad, perenne e inacabable, bastará, para curar al corazón que se trunca de injusticia.
Abriré nuevas páginas, donde lo maléfico quede pequeño y sea ganado, una vez más, por los sentimientos de la grandeza. 
¿Por qué no pensar que esto se hará realidad?

lunes, 15 de agosto de 2011

RAYUELA.


A Elena Boledi

Te regalo este adagio de palabras.
Que iluminen la sensibilidad del alma.
O el entusiasmo para enfrentar la vida.

Tanta desesperación prisionera
en un solo corazón.

Un accidente que aún persiste,
heridas sobre la piel,
yagas en la mente.

Un mayo huérfano de súplicas.
Tiempo en que las rayuelas se desdibujaron.
Y la maga congeló el destierro.

Los gestos sin metáforas
ni analogías.
Huecos internos.
Oquedad del viento.

Un puente que se entrelaza a la luna.
Amaneceres en reserva.
Ilusiones foráneas.

Del otro lado,
la PERSONA.

Esa equilibrista del limonero,
esa pequeña luz de cuentos,
esa niña que juega a la Rayuela
con sus príncipes encantados
en los albores de las letras.

En la adultez, su bondad
se vislumbra al ritmo de la copla.
Pero la mirada, a veces lejana,
agoniza en silencio.

En la lucha constante.
En la batalla del lamento y la risa.
Amiga. Símbolo de confianza.
Tan sabia y emotiva
como su Lorca o Cortázar.

Tan ella. Auténtica. Frágil.
Esperanza única de llegar a destino:
solamente jugando A RAYUELA.

P JAVIER HERMOSILLA Un agujero en el alma depende949

domingo, 7 de agosto de 2011

Rompecabezas.


Muchas veces considero a la vida, como un rompecabezas. Por momentos, se desarma y ocasiona un vértigo de emociones que convergen entre sí. Sus piezas, la forman las distintas personas que nos acompañan por el viaje de los días. Algunas, de pronto, se evaporan y creemos que el mundo no seguirá en pie. Pero seguimos jugando a ordenar cada pieza en su lugar. Otras, aparecen de repente, traen luz, funcionan de eje, mágico y constante.
Sin dudas, a lo largo del tiempo, he sido beneficiada con gran variedad de piezas: fantásticamente, de encajar, otras que casi de manera perfecta bordean las sensaciones.
Confieso, que he llorado, pensando que jamás lograría equipar sanamente ese rompecabezas, que es la vida.
Sin embargo, lo estoy armando, minuto a minuto. Convencida, que al final del camino todo encastrará sabiamente con la fe y el entusiasmo, compartido, de esas grandes piezas que forjaron mi camino.