lunes, 8 de julio de 2013

Poco entendimiento.


Siento tristeza. No encuentro consuelo. No se borra. Ni siquiera se opaca. Como un nudo que me desgasta los ojos y se roba las pocas lágrimas que aún quedan. Un hueco, que me atraviesa de punta a punta, de extremo a extremo. Tengo frío. Sus brazos no me pertenecen. Ya lo sé.
Nada tengo ahora.
Mi amor le envía cartas sin firmas, besos sin tiempos, caricias a la luna.
Puedo imaginar que soy culpable.
Hasta incluso lo merezco.
No fue mi intención amar tan diáfanamente.
Ya me expuse. No me arrepiento.
Quiero soñar despierta con tu figura.
Distraerme con tu sombra.
Sin padecer las ausencias.

A-mor.


Nunca propuse fijarme en vos, menos aún enamorarme. Me cuesta pensar en qué sucedió. Cómo hiciste. Que no hiciste nada y sin embargo así lo siento. Tu piel me atonta. Será el brillo de tus ojos que me refleja en tus pupilas un aire de ternura contenida. O quizás mi necesidad de acariciar tu cabello. De añorar tu rostro mientras invade la noche. Yo creo que las metáforas no alcanzan, no me definen, ni se aproximan a los sentimientos.
Tu voz me alborota, resuenan tus palabras, eco de mis sentidos que vibran al escucharte.
Tus labios me abrazan. Despojas los miedos.
Coloreas el paisaje negro que a veces me abruma.
Yo no sé por qué, ni cómo, ni cuándo.
Nadie me hace suspirar así.
No me preocupan los fundamentos ni explicaciones.
Mi alma te siente, necesita y extraña.
Mutan mis lágrimas si estás ahí.
Solo tengo amor para vos.
Solo anhelo abrigarte el corazón.