sábado, 24 de marzo de 2012

Heridas que sangran.


Aunque con la fachada
tratamos de sanar,
de curar con la palabra
... y el recuerdo.

Aunque perdiguemos
la justicia sin olvido.
Aunque tornemos visible
ésto que se encargaron silenciar.
Las voces que aún gritan.
Los golpes que aún duelen.

Aunque ostentemos con el ejemplo
y unamos nuestras fuerzas.
La herida sangra porque nunca alivió.
Y hoy, Argentina, ¡me lastima tanto el corazón!

Esos niños a quienes se les ocultó la identidad.
Esas madres rodeadas de pánico.
Esas abuelas que no pierden la esperanza
de encontrar sus nietos;
sustraídos, aniquilados en la miseria política.

En este mundo de ganadores y vencidos.
Si hay personas, ¿cómo se llega al final?

Juntemos todas las manos
para reponer la lesión
que llora en los ojos de quienes defienden el amor.

Aunque no sane jamás.
Inmortalicemos que la memoria
es la venda indispensable para no cometer
de nuevo los mismos errores.

Memoria, verdad y justicia. Y nunca más.

lunes, 19 de marzo de 2012

Lluvia.

Entre las gotas
se cubren de frío
lágrimas suspendidas en el ayer.
Caen sobre el piso,
uno a uno los recuerdos
de la niña que fui.
El chubasco no deja mirar
y los ojos se mezclan
entre llanto, partículas y agua.
Se forma, ineludiblemente
un océano de pena.
Juntaré los vestigios
que me ayuden
a formar un arco iris.
Dejará de lloviznar  
en la medida que vuelva a creer
que el futuro me reserva
un sol brillante.

domingo, 18 de marzo de 2012

De espaldas.

De espaldas a la vida
hasta que el negro pase
y se convierta en transparente.
Te doy la espalda
porque no quiero mirarte.
Y así, girando hacia atrás
será la única forma
en que no vuelvas a descubrirme.

NO.


No me busques
porque no estoy.
O quizás sí.
Queda mi esencia
rodeándote la memoria
o los recuerdos.
No me llames.
No puedo responder.
Presa de un corazón
herido y lastimado.
Que se guarda en su caja
del silencio.
¿Y para qué hablar?
No tengo ganas.
Ni fuerzas.
Ni ánimo.
Simplemente
me quedo inmóvil,
cierro los ojos
y pienso:
¡qué difícil volver a despertar!

Alma.


Alma triste que busca descanso
entre las ramas de un bosque robado.
Guardo la palabra
que deja rastros de silencio
acomodándose en la magia
de la pérdida.
En esta batalla,
caigo yerta en la madrugada.
Y dejo que el corazón
marque los latidos
sin saber bien
o quizás, sabiéndolo todo.
No me persigas.
No me llames.
Porque borré en este mapa
la proyección del mañana.

sábado, 17 de marzo de 2012

Bicolor.

Tanto cielo por descubrir,
que me tiño de negro
ante los viudos sueños.
¿Dónde están los matices?
¿Dónde se fabrica el amor?
¿Dónde iremos a parar?
Mi inspiración se une a la tristeza.
Y estos ojos, sin brújula
ni mapas encantados,
sin ejes en la Tierra.
Ya no quieren mirar.
La soledad me expande su mano.
Dormiré hasta que al corazón
no le quede sangre
ni pena, ni angustia.
Tantas páginas escritas
que me sumerjo en lo blanco.
Y en todo aquello que no supe decir.
(De esta vida en bicolor).

Piedra.


Quisiera volver a ser niña
donde los cuentos tenían finales dorados.
Jugar a la Rayuela sin alejarme de la Tierra
para desear llegar al cielo.
Quisiera tener el coraje
o el valor,
de seguir aquí;
conviviendo con los rasgos
de mi propia sombra.
Quisiera maquillar el rostro con alegría.
Salir, volver a nacer en cada momento.
Estoy quieta, inmóvil.
Como una piedra al borde del precipicio;
gritando en su último salto
(aunque nadie la escuche…)