No me busques
porque no estoy.
O quizás sí.
Queda mi esencia
rodeándote la memoria
o los recuerdos.
No me llames.
No puedo responder.
Presa de un corazón
herido y lastimado.
Que se guarda en su caja
del silencio.
¿Y para qué hablar?
No tengo ganas.
Ni fuerzas.
Ni ánimo.
Simplemente
me quedo inmóvil,
cierro los ojos
y pienso:
¡qué difícil volver a despertar!
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