Soy una niña jugando a la Rayuela.
Aquí,
justo en el escalón desorbitado
que no conduce a nada.
A veces, uno, firme a la Tierra.
Otras, ocho, quizás nueve,
con las alas, puestas en el cielo.
Tanta vida, que me cuesta apostar
y arrojar al azar,
para que me lleve
a la cima, de esta Rayuela
donde se arropan mis sueños.
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