Me dejo cautivar
con tus pupilas ardientes.
Que se enfrentan al éxtasis
y acaban mi soledad.
Desde el ímpetu
o tal vez,
la cobardía
embellezco frente a tú risa.
Observo tus manos,
sin temor a gastarme
la vista.
Te despides,
bajo la madrugada,
que se inquieta,
de repente
con tan sólo
volver a pensarte.
Hermoso. Me mató la tercera estrofa!!!
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