Te pienso en la frágil noche.
Que no resulta más que verme a mí misma.
Tan sensible al movimiento.
Tan pequeña de corazón enorme:
Dispuesta a amar.
Mi voz te nombra en los minutos
del alma en penumbra.
Vos y yo,
este mundo tan nuestro.
La mano predestinada
que nos une y se remonta
caprichosamente a la puerta de los besos.
Deseo que el oxígeno cure heridas viejas.
Que la respiración se colme de paz.
Que no se escuche nada más que latidos.
Pero el tiempo se estampa contra el vacío.
Es todo tan hueco sin tu presencia.
Se anudan las palabras.
Se entrevera mi corazón:
en los pasos de tu llegada.
Y me pesa la inutilidad de expresión,
quisiera regalar algo hermoso.
Pero no tengo nada;
más que un futuro completo de a dos
y una vida en el ser
que nos convierta en algo más que eternidad.
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