domingo, 11 de diciembre de 2011

Afonía.

Me arropo en los sueños de la lejanía
que cortan los suspiros
como una espada que atraviesa
una a una mis vértebras.

Me hundo en los pliegues de la cama
tapándome con los miedos.
Pero quedo descubierta.

Frágil y tonta anudo las palabras
que me llevaron a ti
y me rehúso a volver
a pensarlas.

Me pierdo en la quietud
de la tarde inconclusa.

Escapo de mí misma.
Para que nadie me alcance.

Y después de todo
amaneceré de igual modo;
con la voz afónica
de tanto desear hablarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario