Bienestar.
Brillan esas ganas de amar, tan maravillosas, como la asonancia del segundero. Pero los miedos funcionan como una mano gigante que bloquea y demora los pasos.
Si el amor, significa pérdida de libertad, en cualquiera de sus expresiones. Y los temores a volver a sufrir o confiar aún ganan la partida de un juego que no convoca. Tan sólo, aparece o no.
Refugio la mirada en otro tipo de amor y no necesito acrecencia.
Me hallo en ese punto en que la dicha no brinda espacio.
Sobre la espalda, no cabe el pasado. La mira está en eso que me resguarda llamado presente.
Y aunque busco lo que no ha sido, descanso pacíficamente, con mis brazos que te recibieron incluso más veces de las llamadas.
Quizás, el amor fulgure bienestar, placer, alegría, en donde las lágrimas son de risa.
Siento en la piel, el aroma de las flores, la calidez de las palabras.
Tal vez, logré esa sensación que anhelaba desde siempre: amarme a mí misma. Y en ese amor, contagiar lo demás.
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