Aquí. Estoy.
Otro viernes sin mirarme.
Pienso en las horas
que sobran
o faltan
para encontrarme contigo.
En los trozos del alma,
los espejos callan.
El silencio se impregna en mis huesos
y se socava la tristeza.
Desde afuera,
la imagen de mí
pide a gritos
una palabra
que alimente la voz
del espíritu:
no cualquiera,
la tuya.
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