La soledad, me cubre con su manta de hierro.
Y me pregunto qué línea te trae acá.
Si me cobijo en el silencio.
O tal vez, en alguna canción
que se desgarra internamente.
Dejo ir, tanto mal, lo tóxico.
No más sufrimiento.
Ni pedidos exclamatorios de amor prestado.
Me tengo a mí misma, con eso, alcanza.
Y te tengo a ti, lector,
que quizás busques de esta alma peregrina
una respuesta.
Aún no comprendo, qué te envía
a refugiarte en mis letras.
Tan sencillas, como auténticas.
Porque emergen, de las vísceras.
Algún momento, tocará ser feliz.
Espero en la fila, ansiosa,
que llegue esa oportunidad.
Y lo pueda compartir,
con ustedes, mis taciturnos observadores.
con ustedes, mis taciturnos observadores.