sábado, 30 de abril de 2011

Tú lugar, mi espacio.

Día imperfecto, como los granos de arena que se entremezclan
con la fuerza que erigen las olas.
La espera, presente, tan frágil, sobre los vestigios
de un rompecabezas que aún no descifro.
Esta mente, no se acuesta, ni en el momento,
que logra dormir.
Escribe, los sueños.
Resulta, un manifiesto, donde yacen
las ideas más profundas.
Y quizás, la búsqueda constante,
hospede, álgidos cuerpos
que se van desfortaleciendo.
Yo, quisiera ofrecer la ayuda inmediata
y sanar las heridas, de quienes desangran.
Porque tengo el don, de la cura.
A veces, confieso, que me hundo
en el agua turbia de los lamentos cotidianos.
Mi único fin, coexiste con lo auténtico.
Y lo mágico, que resguardan las almas:
diáfanas, tersas y verdaderas.
La humanidad me toca,
y me reparo en la justicia, en la inmunidad
de vida, incluso en los sectores más muertos.
Todo lo que soy,
a dios agradezco.
Porque rige mi consciencia
en el eje/centro que une
las manos a través de la distancia.
Me duele la gente,
y mi corazón se apaga.
Alguien está llorando,
en este preciso minuto.
No soy yo,
serás vos.
Y por instinto, inmediato
repercute en lo más hondo
de mis sentimientos.
Engrandeceré, en tú dicha,
que hoy se cubre de peligro y temor.
Cuando finalmente, entiendas
que mi viaje, depende de tu estadía.
Tú lugar, mi espacio.
Sitio perfecto en el que mi corazón
desata los nudos
y te guardo/protejo
en este latido de luz, causa noble
del eco, sonoro, que suscribe 
la prESENCIA.



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