miércoles, 25 de agosto de 2010

Lejanía

Soy una máscara que enfrenta realidades convergentes. Todo se une en el ciclo de la vida. Me despierto cada día con la ilusión de alcanzar al futuro (pero corre y me rindo antes de la salida), dejemos de lado el análisis del presente. Observo lo perdurable y siento pánico de forjar el mañana. Me invade la duda. Y no respondo. De las tantas piezas que ajustan a la sociedad, como una más, sigo la corriente. Me dejo llevar por el viento suave que se posa en mi mejilla. Ahí guardo la esperanza. Deseo, pretéritamente, traer sobre mi pupila la imagen de aquel momento. Congelar la tibieza de tu mirada. Esos ojos que funcionaron como diccionario del tiempo sin espacio o, más bien, del espacio sin tiempo. Si en algún instante, te atreves a tripular el barco que naufragó en esa isla que hoy nos separa, te pido que acaricies mi mano y pensaré que tomamos, por fin, el lápiz del futuro, y nos decidimos a encabezar la página en blanco aturdida por la lejanía.

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