martes, 17 de agosto de 2010

Llamada


Yo me despido cada mañana;
una parte de mi espíritu
se queda en el alba
de tu silencio.
Mientras duermo
tu abrazo desgasta los miedos.
Y mis dudas,
sueñan también.
Aunque no me beses cada día
tus roces resuenan
en el eco de la memoria.
Mis manos te llaman
y respondes convencido
a la puerta de la delicia.

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