Quisiera explorar tu ser,
gastarlo con caricias,
borrarle los miedos.
Decirte, al oído,
que algunas huellas
son imborrables.
Y por más que te empeñes
en contradecir:
eso que sientes
lo siento yo
con los átomos
de mis pensamientos;
que se tropiezan,
neciamente
con los tuyos
(aún guardados)
en el baúl de los deseos.
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