Mis labios se desdibujan por la ausencia.
O quizás, la anemia de respuestas.
Estoy tan cansada, que ya nada me despierta.
(Ni la rutina).
Convalido sueños viejos.
Pero yacen tan gastados
como quien escribe.
Quisiera, un suero con energía frenética.
Y no saben, que me duele.
La guardia, espera taciturna.
Y yo, me desvanezco
ante la falta de palabra.
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