Cóndor, que te alimentaste de mi amor
y hasta te sentiste más imponente
por saber que me enamoré
de tus alas, en parte ficticias.
Porque tu vuelo, carroñero
me dejó sin suspiros.
Y ahora, que me miras, desde lo alto
podrás ver, que el sufrimiento
no minimiza mi forma de existir.
Descanso tranquila,
porque todo se paga
y no me identifico con la venganza.
Cada uno, dispone de aquello que merece.
Y vos, débil cóndor,
no interceptarás mi libertad
con tus garras malévolas.
Seré feliz sin tus engaños.
Mientras espero la llegada de un ángel
que colme de amor
los espacios que dejaron tus heridas.
Poema: Jimena Gatica
Foto: Rosana Perrotti
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