Aunque no tenga las manos para escribir,
lo haría con el filo de mi pensamiento.
Y aunque no pueda hablar,
buscaría una excusa
o un método de comunicación.
Porque nadie me silencia,
ni las dificultades,
ni lo motriz,
ni los golpes de la vida.
Yo, disfruto, dando a conocer ideas.
Y lo seguiré forjando
hasta el momento que deje de existir.
Guardo este verbo, que amo
más que a mí misma.
Queda suspendido, en el corazón
que renace frente
a una nueva creación
o poema.
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